Restauradora: Prof. Patricia Aparicio bravo
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Diagnosis:
Soporte: linex (aglomerado)
Medidas: 123 x 122,5 cm.
Técnica: acrílico.
Artista: Emilio Renart
Año: circa 1975.
Tema: peregrinación a la basílica de Luján
- Desinfección.
- Limpieza.
- Consolidación.
- Reintegración matérica.
- Reintegración cromática y protección con el método de tamponado y a pincel.
Obra en muy mal estado de conservación, ya que
al estar pintado directamente sobre el aglomerado, sin base de imprimación y al
haber estado bajo condiciones húmedas, presenta hongos, vastas superficies
desgranadas, con mermas de soporte y capa pictórica. Por lo cual es prioritaria
su estabilización antes de intervenirlo.
“Recién creada la Escuela de Arte de Luján (8 de junio
de 1974).Una Escuela de vanguardia en lo que respecta a los planes de estudio,
con una impronta inclusiva y latinoamericana.
Un equipo de docentes es convocado por Roberto Duarte,
Director de Enseñanza Artística, dependiente de la Secretaría de Cultura de la
Provincia de Buenos Aires, Emilio fue uno de los profesores fundadores.
La Escuela funciona a partir de 1974 en el espacio
“Descanso de los Peregrinos”, Mitre 19, en el primer piso.
Allí Emilio, formó parte del equipo docente entre los
que se encontraban Roberto Páez, Juan Carlos Romero, Carlos Fernández (Profesor
de Luján desaparecido por la última dictadura cívico militar).
En la precariedad de la escuela y del lugar en el que
se encontraba, que consistía en un amplio espacio que requirió ser dividido
para su funcionamiento, trabajo realizado con placas y puertas de un aglomerado
llamado Linex.
Emilio, una persona bondadosa e inclusiva además de
sumamente sensible, tenía como objetivo desarrollar como docente la posibilidad
creativa de sus estudiantes. La sorpresa fue que un día nos encontramos ante un
soporte de Linex (seguramente sobrante de la tabiquería) que Emilio supo
aprovechar para poner de manifiesto una obra que identifica a Luján, con la
presencia de la basílica y las tradicionales peregrinaciones, en su factura se
percibe la energía de su pincelada, la que nos lleva a interpretar al
peregrino. Esta obra es patrimonio de la Escuela, refiriendo a un gran artista,
docente y ser humano de trayectoria dentro del arte argentino.
Su permanencia en la Escuela fue de escaso tiempo,
pero muy significativa.
En 1976 fue dejado cesante, víctima del golpe de Estado.”
Reseña biográfica por Carlos
Tadeo y Beatriz Grafia Chanvillard
Emilio Renart (4 de
febrero de 1925, Mendoza, Argentina-†9 de septiembre de 1991, Buenos Aires).
La crítica ha sido unánime a la hora de
señalar el caso de Renart como uno de las figuras más importantes del arte
argentino y sin embargo de muchas formas marginado. Beng Oldemburg, sintetizó
esta idea en un artículo publicado en 1980 en el diario Clarín,
Cuando Emilio tenía
dieciocho años, la familia Renart se traslada a Buenos Aires desde la Villa de
San Martín en Mendoza. Estudia en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano,
en la Prilidiano Pueyrredón y en la Cárcova, obteniendo el título de profesor
de dibujo, grabado y pintura.
Comienza a exponer en
1952 y en 1958 realiza su primer muestra individual en la Asociación Estímulo
de Bellas Artes. Su talento es entonces valorado y en poco tiempo obtiene los
premios más importantes y prestigiosos que entonces se otorgaban en el campo de
las artes plásticas: es seleccionado para participar en los Premios Ver y Estimar en 1962 y 1963. En
los Premios Di Tella de 1964, el jurado discute el primer lugar entre él y
Marta Minujin. A Renart lo apoya nada menos que el pope máximo de la crítica
norteamericana, Clement Greenberg y a Marta Minujin, Pierre Restany, el
desempate a favor de Minujin estaba en el voto de Jorge Romero Brest, quien se
decide por la primera, otorgándole a Renart un Premio Especial.
En 1967 es enviado
para representar al país a la Bienal de San Pablo junto a Juan Carlos Distéfano
y David Lamelas. Ese mismo año gana el Primer Premio de Dibujo George Braque
que otorgaba la embajada de Francia y que consistía en una beca a París, la
cual concretará en 1968, por un lapso de cinco meses.
A comienzos de los
años sesenta la obra de Renart va virando de la abstracción al informalismo,
movimiento este último, que se impone como un sello de época en diferentes y
variadas versiones, como el de los dos representantes tal vez más intensos de
esos años como lo fue la imagen de Alberto Greco y diferente pero no menos
“informalista” la de Kenneth Kemble.
Pero ya en 1962,
Renart arriba a una imagen propia, madura y no menos enraizada en la filosofía
que subyace a toda la corriente informal, el existencialismo, especialmente
sartreano.
Fue entre los años
1962/67 cuando Renart crea su serie, con un total de cinco grandes piezas al
que llamó Integralismo Bio-Cosmos.
Interesado en las
ciencias biológicas, la física, la zoología, Renart comienza a elaborar una
concepción del universo basada en la física nuclear, remontándose al origen del
mundo como materia energética de la cual derivará el desarrollo del animal y de
allí la conciencia humana como razón ordenadora pero a vez ligada profundamente
a la materia, a la vida biológica, al inconsciente.
La teoría psicoanalítica
y el existencialismo de Sartre fueron pilares del pensamiento intelectual de
los sesenta.
Renart admiraba a
Leonardo Da Vinci y fue su modelo de huomo universale.
“En esos trabajos me
impulsaba la idea de fusionar técnicas -entonces obraban por separado- como
también ligar lo intuitivo con lo racional, lo que equivalía a acercar el arte
a la ciencia”, escribió Renart en su libro Creatividad (1986).
Renart experimentaba
con materiales nuevos, la obra estaba compuesta de una estructura metálica,
lienzo, yeso, pinturas, barnices y arenas. El Bio-Cosmos dejaba atrás el
concepto clásico de representación, era una presentación, un cuerpo biológico
que imponía su presencia al espectador avanzando en el espacio, ocupándolo. El
Integralismo Bio-Cosmo Nº5 de 1967 que participó en la Bienal de San Pablo era
una verdadera materialización cósmica, donde la resina poliéster sumada a la
inclusión de luces en la propia obra es recordada para quienes pudieron verla
como una verdadera maravilla. La obra se deshizo en el camino de regreso a
Buenos Aires.
La suerte de Emilio
no fue mucho mejor que el de sus obras, en su mayoría destruidas.
Sus obras no se
vendían y en general su lenguaje era incomprendido por el gran público.
“… llegué a una
situación tope en el ´68, me sentía muy mal y aprovechando una Beca del George
Braque me fui a París donde estuve cinco meses. Evidentemente yo quería huir de
mi país, de mis amigos, de mi familia, es decir quería huir de mí y ahí en
Francia me hice una pregunta fundamental: ¿Qué me está pasando?: Me di cuenta
que estaba envuelto en un individualismo tremendo, entonces ¿cómo solucionaba
eso? Dejar o atenuar ese individualismo significaba que tenía que descubrir a
los demás; a partir de ese momento comencé a desarrollar mi componente social,
hasta ese momento estaba con mi persona y peleando con los demás, ahí me di
cuenta de que ese componente social no estaba desarrollado.”.
Es entonces cuando
comienza una nueva etapa. Abandona la tarea de producción artística para
retomarla recién en 1976 y se dedica a la reflexión teórica a través de la
educación fundamentalmente ejerciendo la docencia en la Prilidiano Pueyrredón y
en su taller particular.
Años más tarde, el
entonces director del Museo Eduardo Sívori, Hugo Monzón le pide que dicte un
curso de creatividad para reactivar al museo que entonces funcionaba en el
Centro Cultural San Martín.
Programado con una
duración de un mes pasó a abarcar tres niveles con una duración aproximada de
un año. Entre los años 1985 y 1988 pasaron por el mismo más de 2000 personas, artistas y gente común,
recordada hasta el día de hoy como una de las experiencia más interesantes que
se realizaron a nivel grupal en una institución de este tipo. Los textos que
entonces Renart preparó para desarrollar el curso lo llevó a publicar en agosto
de 1987 el libro Creatividad editado por Anzilotti.
“Creatividad para mí, es un estilo de vida que
abarca todos mis actos, de los cuales el quehacer plástico es solo una parte”.
Si el existencialismo
se difundió como una filosofía de la angustia, dentro de un mundo que se
derrumbaba ante el horror de la segunda gran guerra y el sujeto quedaba
totalmente desvalido ante la falta de sentido ante una razón que demostró su
impotencia, en la obra como en el pensamiento de Renart, el arte es un
ejercicio de construcción cotidiana, comunitaria y el arte, lejos de los
mercados, al que él nunca accedió, es el ejercicio de la más alta de la
facultades humanas, la libertad.
Oldenburg, Beng. Camino a la libertad. Sentido
de la obra de Emilio Renart. Diario Clarín, Buenos Aires, sábado 9 de febrero
de 1980.
Revista Arte en acción Los caminos de la creatividad S/A. Nº1 1988.
Fotos
enviadas por el comitente
Obra al ingreso
Mapa de
deterioros
Detalles
Reverso
Estudios preliminares a tratamientos:
Con lupa USB
Vistas con luz UV
Desinfección
y aspirado con boquilla controlada.
Consolidación
Reintegro cromático con productos retratables
Protección
Obra restaurada
Luego de
todas las intervenciones con materiales reversibles, aptos restauración
conservativa, ésta hermosa obra de Emilio Renart, puede seguir contando a las
futuras generaciones, una parte de nuestra historia.
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